lunes, 12 de marzo de 2018

YOGA, MEDITACIÓN Y CIENCIA MÉDICA



El número de personas que practican yoga o meditación crece cada día en todo el mundo, y el motivo que impulsa a la mayor parte de estas personas a practicar estas actividades es el aumento de calidad de vida que dicen obtener.  El yoga, los ejercicios de respiración, y la meditación consciente, pueden proporcionar efectos muy representativos en la salud de las personas que lo practican.

Algunas investigaciones de Harvard University sugieren que la meditación regular puede proteger el corazón frente a las enfermedades. Fueron revisados varios estudios publicados en las últimas dos décadas y se descubrió que la meditación puede mejorar una serie de factores relacionados con la enfermedad cardíaca, por lo que vale la pena incluirlo en un programa general para la atención continua del corazón. Es importante tener claro que la meditación es un interesante vehículo para la mejoría de calidad de vida de las personas, y ésta podría facilitar la estimulación de otros importantes factores que son fundamentales tales como  seguir una dieta adecuada, dormir adecuadamente y hacer ejercicio físico con regularidad.

Otros estudios han evidenciado que las intervenciones mente-cuerpo son beneficiosas en los trastornos mentales y físicos relacionados con el estrés. Algunos estudios están encontrando asociaciones entre los trastornos emocionales y el tono vagal (Control inhibidor que ejerce el nervio vago sobre el ritmo cardíaco y la conducción auriculoventricular, también se encarga de la hiperexcitabilidad del sistema nervioso parasimpático) según lo indicado por la variabilidad de la frecuencia cardíaca.  Un modelo neurofisiológico de la respiración dentro del yoga propone integrar la investigación sobre el yoga con la teoría polivagal, la estimulación vagal, y la hiperventilación. La respiración en el yoga es un método único para equilibrar el sistema nervioso autónomo e influir en los trastornos psicológicos y relacionados con el estrés (Brown y  Gerbarg, 2005). Muchos estudios demuestran los efectos de la respiración en el ejercicio del yoga sobre la función cerebral y los parámetros fisiológicos. Algunas secuencias de técnicas de respiración específicas pueden aliviar la ansiedad, la depresión, el estrés cotidiano, el estrés postraumático y las enfermedades médicas relacionadas con el estrés. Los mecanismos que contribuyen a un estado de alerta sereno incluyen el aumento de la activación parasimpática, la calma de los sistemas de respuesta al estrés, la liberación neuroendocrina de hormonas y los generadores talámicos. El tálamo actúa como un tipo de puerta de entrada para determinar qué información sensorial puede llegar a los centros cerebrales superiores. Tanto los ejercicios de yoga bien aplicados como la meditación son capaces de desactivar el tálamo.
En los últimos años, un creciente número de evidencias ha comprobado que los ejercicios de yoga y la meditación tienen la capacidad de aliviar el dolor creando cambios estructurales y funcionales en el cerebro.

Un estudio publicado por científicos de Wake Forest Baptist (Winston-Salem, North Carolina)  en el Journal of Neuroscience en noviembre de 2015, encontró nuevas evidencias de que la meditación consciente reduce el dolor de una manera muy efectiva mediante la activación de dos regiones cerebrales específicas asociadas con el autocontrol y la desactivación del tálamo.  Se ha evidenciado que la meditación de atención plena reduce el dolor al activar la corteza orbito frontal (OFC) y la corteza cingulada anterior. Estas áreas del cerebro están asociadas con el autocontrol del dolor.

Hay muchas evidencias de que el ejercicio del yoga y la meditación pueden ayudar a bajar los niveles del cortisol y de la presión arterial. Asimismo, está comprobado que puede cambiar la estructura del cerebro, contrarrestar los efectos del estrés, la distracción y los traumas.

Por otro lado, aún se está conociendo acerca de nuestra habilidad mental para adaptarnos y de las ventajas de ejercitar nuestra mente. Esto es lo que se conoce como Neuroplasticidad.  

El estudio realizado por investigadores de la Universidad Carnegie Mellon (CMU) en Pittsburgh (Pensilvania), evidenció que practicar meditación de atención plena, reduce un biomarcador de inflamación (Interleucina-6) al mismo tiempo que mejora el control ejecutivo y la resistencia al estrés.  Los escáneres cerebrales con resonancia magnética que fueron utilizados en este estudio, mostraron que el entrenamiento de meditación de atención plena aumentó la conectividad funcional de la red de modo predeterminado en reposo en los participantes en áreas directamente relacionadas con la atención y el control ejecutivo. Se cree que los cambios cerebrales proporcionan un marcador neurobiológico para mejorar el control ejecutivo y la resistencia al estrés, de modo que el ejercicio de la meditación consciente mejora la capacidad del cerebro para ayudarlo a controlar el estrés y estos cambios mejoran una amplia gama de resultados de salud relacionados con el estrés, como el perfil inflamatorio.  

De otra parte otros estudios evaluaron  los niveles de BDNF (Brain Derived Neurotrophic Factor) en la práctica de yoga y en la meditación con el fin de investigar la posibilidad de que el BDNF pueda desempeñar un papel clave en la promoción de la resistencia al estrés y el bienestar integrado del cuerpo y la mente. El BDNF es un modulador neurorregulador. En su traducción al español, Factor Neurotrófico Derivado del Cerebro, es una neurotrofina clave que promueve el desarrollo, la supervivencia y la plasticidad de las neuronas en los sistemas nerviosos central y periférico (Huang y Reichardt, 2001; Binder y Scharfman, 2004). Este potente neuromodulador es más activo en las áreas del cerebro que juegan un papel fundamental en el aprendizaje, la memoria y la cognición superior, como el hipocampo y la corteza. Además, BDNF está involucrado en la regulación compleja de muchos aspectos diversos de la fisiología, como la regulación del estado de ánimo, la respuesta al estrés, el metabolismo, la inmunidad, la inflamación (Papathanassoglou et al., 2015).

En el contexto de la inflamación, las citocinas proinflamatorias (proteínas  que actúan en la inflamación) pueden acceder al sistema nervioso central e interactuar con una red de citocinas en el cerebro para influir prácticamente en todos los aspectos de la función cerebral relevantes para el comportamiento, incluidos el metabolismo neurotransmisor, la función neuroendocrina, la plasticidad sináptica y los neurocircuitos que regulan el estado de ánimo, la actividad motora, la motivación y la ansiedad. Las consecuencias conductuales de estos efectos del sistema inmune en el cerebro incluyen depresión, ansiedad, fatiga, ralentización psicomotora, anorexia, disfunción cognitiva y deterioro del sueño, especialmente la depresión que además pueden tener una relación muy directa con enfermedades como el cáncer.

La práctica del yoga y la meditación pueden ejercer un impacto muy positivo en los niveles de BDNF como un mecanismo para un funcionamiento neurofisiológico saludable. Además, existe una gran cantidad de evidencias de que el yoga y las prácticas meditativas modulan la actividad inflamatoria y el eje Hipotálamo / Pituitaria/ Adrenal (HPA) (Jevning et al., 1978; Brown y Gerbarg, 2005; Kiecolt-Glaser et al., 2010; Bower e Irwin, 2015). 

El yoga y la meditación se presentan como interesantes herramientas para ayudar en el tratamiento y recuperación de muchas enfermedades, entre ellas el cáncer, además de ayudar a paliar algunos efectos de los tratamientos oncológicos, uno de ellos la fatiga.