miércoles, 18 de junio de 2014

LAS UNIDADES DE TRATAMIENTO DE ENFERMEDADES POR MEDIO DEL EJERCICIO FÍSICO

La introducción de las unidades de actividad física en los hospitales y clínicas es un hecho que crece a cada día en muchos países.  Son innúmeras las evidencias científicas que comprueban la efectividad del ejercicio físico como apoyo a un tratamiento, para un  tratamiento, en la recuperación o para la prevención de las enfermedades, pero es importante puntualizar que para que estas unidades  realmente funcionen con una gran efectividad, no basta con sólo introducir algunos movimientos en forma de ejercicio para que los pacientes se muevan, ni tampoco  con enseñarles tablas de ejercicios y supervisarles. Es ésta una cuestión  bastante más profunda de lo que muchos puedan imaginar. Siempre digo que las enfermedades no tienen  nada que ver con la salud, pero el gran reto es hacer  que las dos se fusionen haciendo que la primera desaparezca. Llevo más de 10 años creando e  introduciendo unidades de tratamiento de enfermedades por medio de la actividad física, principalmente en hospitales de Estados Unidos, Inglaterra, y últimamente en Noruega. En un principio haciéndolo de manera privada como asesor (PhD), y después a través de SIMPH MEDICAL FITNESS INSTITUTE con las UEFE® (Unidad de Entrenamiento Físico para Enfermedades), siempre obteniendo resultados muy satisfactorios en la aplicación de los más distintos protocolos para el desarrollo de las terapias con actividad física. Es fundamental resaltar que el concepto de unidades de tratamiento vía ejercicio que tenemos y que introducimos en los países en los que operamos es muy completo. Va mucho más allá que una pequeña sala  dentro de un hospital. El concepto de las unidades que creamos es el de verdaderos gimnasios enfocados a personas con patologías, algunas incluso con piscina semiolímpica. Muchos de los que estáis leyendo este artículo estaréis pensando que eso no puede ser posible, pero os aseguro que no sólo es posible  sino además  muy lógico y necesario, pues la primicia principal de esta clase de tratamiento es alejar al paciente al máximo del clima de un hospital. Los ejercicios nunca deben ser aplicados por profesionales que lleven los típicos pijamas hospitalarios o batas que utiliza el personal sanitario, pues esto es totalmente  contraproducente. La ropa deportiva es la más adecuada, y además  hemos comprobado con estudios que los niveles de serotonina de las personas que han participado en el programa subían al desarrollar el entrenamiento con un profesional que utilizaba ropa deportiva; en contrapartida, los pacientes asocian el pijama sanitario a los fármacos, a sus enfermedades y,  lo peor, al dolor.
A este respecto hemos desarrollado un interesante estudio con algunos de los participantes del programa de actividad física para el tratamiento de enfermedades.  Constituía un grupo de  60 participantes,  siendo 20 varones de edades comprendidas entre 45 y 55 años, y 40 mujeres de edades comprendidas entre 30 y 60 años.
Se ha procedido a recoger la saliva de los 60 pacientes antes de empezar el programa con profesionales (entrenadores) que llevaban pijamas blancos y lilas. Al concluir la sesión, hemos repetido la operación. Las dos tomas de saliva de los participantes eran analizadas cada día durante una semana. En la semana siguiente, hemos procedido de la misma manera,  con el mismo tipo de entrenamiento, de procedimientos, y con los mismos profesionales (entrenadores), pero utilizando ropas deportivas.
Profesionales utilizando pijamas.
Al analizar los niveles de cortisol en saliva, hemos comprobado que todos los participantes del estudio, antes de empezar la sesión, tenían niveles de estrés muy aceptables. Sin embargo, estas mismas personas al terminar la sesión, poseían  niveles de estrés totalmente diferentes con respecto al inicio de la actividad. En un 65% de estas personas hemos comprobado que los niveles de estrés se habían disparado a una clasificación no aceptable, un 30% de ellos tuvieron una elevación moderada, y el 5% restante no presentó una alteración significativa.
Profesionales utilizando ropas deportivas.
Al analizar el cortisol en saliva de las mismas personas en la segunda semana, hemos podido comprobar que en un 25% de los participantes, los niveles de estrés se habían alterado de una manera inapreciable; no obstante,  en un 75% de ellos, estos niveles  habían bajado de manera significativa.
No contentos,  hemos querido ahondar en el  porqué de tal hecho. Hemos seguido con el estudio durante dos semanas más, pero suprimimos los test de saliva, y procedimos a estudiar el cerebro de 10 de los participantes vía resonancia magnética, justo aquéllos que tuvieron los cambios de ACTH (hormona del estrés) más pronunciados en la segunda parte de estudio, aquéllos en los que más bajaron los niveles de cortisol al tener a un profesional aplicando los programas de actividad física con ropa deportiva. La segunda parte del estudio  ha sido realizada con la utilización de los pijamas hospitalarios  por parte de los profesionales. Todas las personas presentaron mapas muy parecidos en su cerebro. En todas ellas se podían apreciar las “zonas  cerebrales del dolor”.
Se apreciaban las zonas del tálamo (encima del cerebro primitivo), el lóbulo parietal (información sensorial), sistema líbico (procesos emocionales), corteza cerebral (parte de la razón). Este descubrimiento nos ha hecho pensar que los pijamas hospitalarios en la práctica deportiva alteran los niveles de ACTH en los pacientes, debido a que les provocan una asociación directa con el dolor. Desde luego, si a un proceso de recuperación de alguna enfermedad o durante el tratamiento de la misma hay presencia de estrés, la enfermedad se hace más fuerte, pues éste inhibe el sistema inmunológico.  Al llegar datos  negativos al cerebro,  ya sea en forma de estrés, o de malos recuerdos o experiencias, éste analiza y toma las decisiones más pertinentes para la protección del cuerpo. El cerebro construye el dolor en base al análisis de los datos que recibe, pero también de las experiencias y del aprendizaje.
Desde nuestro punto de vista, el profesional más indicado para desarrollar este servicio es el profesor de educación física especializado en tratamiento de enfermedades vía ejercicio físico. Desde nuestra experiencia, el trabajo en equipo es lo más importante para que se logre una recuperación activa de pacientes que hagan parte de esta clase de programas. Y por supuesto los médicos siempre deben  dar el visto bueno para que los pacientes puedan hacer parte de los programas de recuperación activa vía ejercicio físico. Las reuniones entre profesionales de las más distintas áreas son frecuentes, se estudia cada caso de manera aislada, y todos tienen mucho que aportar; hay que recordar que lo importante es el paciente y su salud.  Es fundamental hacer que el paciente se sienta sano, aunque no sea así, que quiera sentirse fuerte, además de proporcionarle una de las herramientas principales para su recuperación, que es la autoestima. Estas unidades son fundamentales, pues proporcionan herramientas indispensables para una recuperación activa en los pacientes.
 Antes de crear una unidad, ya sea en un hospital, en un gimnasio, o en un hotel,  entrenamos a todo el personal implicado:   médicos, fisioterapeutas, enfermeros, profesores de educación física, nutricionistas, etc. Todos deben trabajar al unísono, compartiendo informaciones y conocimientos sobre cada caso.
Es muy importante puntualizar que los cambios neurofisiológicos que sufren las personas enfermas dentro de la práctica de la actividad física son innúmeros. Dicho esto, hay que tener muy en cuenta el estado anímico y el lado psicológico del paciente, ya que según este estado y la gravedad de la enfermedad,  se puede  alargar mucho la recuperación de la persona afectada por la patología.     
De otra parte, no podemos olvidar que las defensas de estas personas  muchas veces están  bajo mínimos, a lo que hay que añadir el componente de estrés que generan todas las enfermedades; éste se manifiesta en forma de miedo o de preocupación, y ahí tendremos un gran problema para obtener el éxito deseado en el tratamiento. Éste es uno de los principales motivos por los que el personal sanitario debe  estar muy bien entrenado para tratar con los pacientes que harán parte de dicho programa. Nunca debemos tratarles como enfermos, aunque  lo sean; no cuesta nada sonreír a un paciente; no cuesta mirarle a los ojos al hablarles; no cuesta escucharles aunque sea por un minuto, aunque nos apremie la inexistencia de tiempo; no cuesta transmitirles un poco de paz y tranquilidad, mismo estando dentro de un hospital.
La actividad física es una herramienta fundamental para lograr la recuperación de una enfermedad,  mismo en la prevención, pero debe  ser muy bien aplicada, sobretodo en casos como éstos. De no ser así, podrá perder su efectividad y los resultados pueden ser muy negativos, y en algunos casos incluso perjudiciales. El ejercicio físico equilibrado y bien aplicado, además de elevar los niveles de serotonina, endorfinas, oxitocina, etc., reduce el ACTH (hormona del estrés), y es capaz de eliminar a los radicales libres.
De otra parte, los radicales libres también están directamente relacionados con muchas enfermedades como la Fibromialgia, el Cáncer, la Arteriosclerosis, etc., estando también relacionados con otros procesos biológicos como la vejez. Estos fenómenos  de oxidación por radicales libres están en el origen de muchas enfermedades (1). Dicho esto, es muy importante recordar que la actividad física también puede producir radicales libres.
El problema ocurre cuando la producción de radicales libres supera la capacidad del organismo de “antioxidar”, generando  con ello un desequilibrio que tiene como resultado el estrés oxidativo y, en consecuencia, el daño celular. Eso puede ocurrir con la gran ingesta de fármacos derivada del tratamiento médico necesario en el proceso, pero también por una vida alimenticia mal enfocada donde el consumo de los alimentos ácidos superaba  al  de los alcalinos, y también por la práctica desequilibrada del ejercicio físico, máxime en casos de personas que padecen o que han padecido  alguna enfermedad, y teniendo en cuenta que algunas de ellas nunca han practicado ejercicio físico en su vida. Sus defensas estarán bajas y tendrán una energía limitada para la práctica del ejercicio físico. Un protocolo mal aplicado podría tener efectos muy negativos.
Por este motivo la sincronización y adaptación de la aplicación de la actividad física tanto a la patología como a la individualidad de la persona es de lo más importante en estos casos pero,  para poder hacerlo,  es necesario tener un gran conocimiento tanto de la enfermedad como de la práctica del ejercicio físico, al mismo tiempo que es fundamental conocer a la persona la que se aplica el tratamiento. La nutrición deportiva aplicada al tratamiento de enfermedades también es de suma importancia. En el caso de SIMPH MEDICAL FITNESS INSTITUTE, aplicamos la NDE®  (Nutrición Deportiva para Enfermedades).
Para desarrollar esta clase de tratamiento, es imprescindible controlar la aplicación de la actividad física dentro de la enfermedad, así como saber  establecer las recomendaciones sobre la cantidad  y la intensidad de actividad física pertinente e ideal para el tratamiento.
  

(1)El blog del Dr. Sergio Simphronio  LA ACTIVIDAD FÍSICA Y EL ESTRÉS OXIDATIVO





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