martes, 30 de abril de 2013

LA DANZA (NEUROFISIOLOGÍA DEPORTIVA)


Ayer fue el Día Internacional de la Danza que, desde los años 80, es celebrado en todo el mundo por los amantes de este arte tan fabuloso y al mismo tiempo tan sufrido. Yo siempre digo que los bailarines son los “atletas de la  cultura”, puesto que  trabajan su cuerpo con enorme esfuerzo y, en muchos casos, sobreesfuerzo. Al contrario de los atletas de alto nivel, los bailarines no tienen como objetivo la victoria en un partido o en una competición, sino estar en su mejor forma física y representar su mejor función. A los que amamos la danza siempre nos emociona ver grandes  performances. Desafortunadamente, estos profesionales son muy poco valorados.
Bailar no es cosa fácil.
La mayoría de las personas no tiene ni idea de la gran cantidad de horas que estos profesionales dedican a clases de danza con el objetivo de mejorar su técnica y para perfeccionarla. En el momento en el que consigan un nivel técnico aceptable que les permitirá  subir a un escenario, seguramente ya habrán  pasado muchos años. Cuando llegue el momento de dar el salto hacia un nivel profesional, les serán otorgadas  aún más responsabilidades, lo que les obligará a hacer  más clases de mantenimiento y perfeccionamiento.

Las técnicas utilizadas en el mundo de la danza para  conseguir equilibrio, coordinación, sincronización, etc., básicamente siempre fueron las mismas y  han cambiado muy poco.  De una manera general, danzar nos proporciona   una de las mejores herramientas para desarrollar la inteligencia, aspecto éste desconocido por muchos. No importa de qué edad se trate, los estímulos que pueden ser favorecidos a través del movimiento y de la música son incontables. La danza desenvuelve la inteligencia espacial, la inteligencia musical, la memoria auditiva, la memoria visual, la inteligencia interpersonal, la inteligencia intrapersonal, la inteligencia matemática… También controla el cortisol, y estimula la acción de la enzima  AMPK, que se pone en funcionamiento cuando bailamos o hacemos ejercicio. Una de las actividades de dicha enzima es auxiliar  el  aumento  del consumo de  azúcar  y de oxígeno en los músculos. Si estas enzimas dejan de existir en el organismo de una persona por falta de actividad física, ésta tendrá un menor nivel de mitocondrias, que son la central de energía de las células, y eso dificultará la absorción de glucosa en el momento en el que desarrolle algún tipo de actividad como bailar o hacer ejercicio. Al bailar con regularidad o al hacer ejercicio, los niveles de mitocondrias en los músculos suben de manera significativa; al contrario, ante la falta de actividad física, la concentración de ese gen se reduce, dejándonos cada vez más perezosos y en baja forma. La enzima AMPK es la que controla dicha producción y es considerada la “enzima de la pereza”.
Bailar es una actividad muy interesante que posibilita recibir y desenvolver una gran cantidad de estímulos: la sincronización del movimiento con la música, los desplazamientos en todas las direcciones, la  medición  de las distancias con las demás personas para que no existan accidentes, aprender a observar el lenguaje corporal, etc.; y todo ello nos será de gran provecho en nuestras vidas, pues la danza nos proporciona una inmensa cantidad de información corporal.
La danza promueve la inhibición del estrés, de  la ansiedad y del miedo, debido a que mientras se baila se produce una tremenda cantidad de sinapsis entre un incontable número de neuronas.  Cuando una persona baila, ya sea a nivel  profesional o amateur, está centrada en aprender y desarrollar los cánones que fundamentan dicha actividad. Comparando el estado de las personas antes de empezar una sesión de danza y después, es posible comprobar que los cambios anímicos son evidentes.
Estos cambios se producen debido a que la danza es capaz de involucrar varias zonas del cerebro que se encargan de ayudar a nuestro estado de ánimo.  Con la danza se estimula la liberación de dopamina, de serotonina, de oxitocina, etc. Al bailar, se estimula el hipocampo (parte del cerebro que regula el estado anímico y las zonas que comprenden la coordinación motora), se inhibe la depresión con la estimulación de endorfinas, se fortalecen las pautas mentales y la creatividad, se incrementa significativamente el flujo sanguíneo hacia el cerebro y, al mismo tiempo, los niveles de oxígeno, beneficiando así la acción de los neurotransmisores, y se aumenta la transmisión nerviosa. Ayuda en la prevención y combate de las enfermedades cardiovasculares y de muchas neuromusculares;  mejora las habilidades de atención, de memorización y de comunicación, además de incrementar significativamente la coordinación motora.
También colabora en el incremento de neuronas en los niños, favoreciendo un mayor  número de sinapsis a través de los estímulos proporcionados mediante  la unión de los movimientos con la música. La música les incita a pensar rápido y a buscar soluciones psicomotrices a la gran cantidad de impulsos que se proporcionan en una clase de danza. Es una actividad que se adapta a todos los públicos. De otra parte, los lazos sociales que pueden ser desplegados con la danza son realmente interesantes. De una manera general, los que practican esta actividad, son personas libres de estrés y posen  comportamientos positivos. La explicación es que la danza, además de fomentar una buena preparación física, se compone de dos herramientas muy importantes: la música y el movimiento. La unión del ejercicio físico y la música resultan en un compuesto homogéneo que culmina en una gran explosión de energía y sensualidad.


¡FELIZ DIA INTERNACIONAL DE LA DANZA!


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martes, 23 de abril de 2013

EL ALCOHOL Y EL CEREBRO PRIMITIVO


Desde hace mucho tiempo, beber alcohol está socialmente aceptado en las celebraciones como una manera de confraternizar con las demás personas. Es un hecho que ocurre en las reuniones de negocios y en otras situaciones, llegando a parecer que las bebidas alcohólicas tienen que hacer parte de este contexto, cosa que no es verdad. De todas formas, las cosas que son hechas con mesura estarán dentro de un equilibrio, y desde luego tendrán mayor dificultad en acarrear consecuencias más graves.
Es importante decir que el alcohol es una potente droga que destruye las neuronas, además de ser capaz de ocasionar otros problemas de salud muy serios.
Es fundamental que seamos conscientes de que no es buena idea beber alcohol en los momentos de extremada alegría o de profunda tristeza, y de que además hay que  mantener siempre la moderación al utilizar bebidas alcohólicas. La expresión “beber para olvidar las penas” es un paradigma muy utilizado en los casos de personas que beben ante la existencia de problemas, y tiene un fondo fisiológico y neurofisiológico aún más interesante. En la presencia de algún acontecimiento positivo importante, los resultados de los efectos que son  producidos con la ingesta excesiva de alcohol son idénticos a los resultados de consumirlo en estados melancólicos.  
Al beber alcohol de una manera desmesurada, el ácido gamma amino butírico (GABA), que es el principal neurotransmisor inhibidor del sistema nervioso central, es afectado de una manera muy directa e importante, incitando al organismo a la sedación, a la pérdida de movilidad, de memoria, de juzgamiento, e incluso en algunos casos de la respiración. Este neurotransmisor inhibidor bloquea la acción sináptica de otros neurotransmisores, ocasionando desequilibrios importantes en la homeostasis cerebral. (3) Algunos estudios han comprobado que el alcohol fortalece los efectos del GABA aumentando la inhibición pero, con el tiempo, el uso desmesurado de esa droga disminuye el número de receptores GABA por un procedimiento de regulación, lo que explicaría el efecto de tolerancia al alcohol, en otras palabras, el aumento de las dosis de alcohol para conseguir los mismos efectos que se obtenían con dosis inferiores.  
Con la ingesta excesiva del alcohol, también se produce la inhibición del cerebro racional (razón, funciones superiores e intelectuales),  al mismo tiempo que sucede la estimulación del cerebro primitivo (funciones vitales, emociones, estado anímico, instinto de supervivencia, regulación corporal). En esta parte del encéfalo se localiza la gestión de los desequilibrios bioquímicos del cerebro que son responsables de la memoria eufórica, la compulsión, etc. Éste es uno de los motivos por los cuales gran parte de las personas se deprimen después de ingerir grandes cantidades de alcohol, sobre todo después de una celebración o mismo en los momentos de enfado o de tristeza.   
Una persona se emborracha o se intoxica cuando ingiere alcohol más deprisa de lo que el hígado lo procesa.
El alcoholismo es absolutamente destructivo para la mente humana e igualmente para el organismo.  Su abuso puede derivar en daños irreparables en el cerebro y el hígado.  La mayoría de las personas saben que el alcohol provoca dolor de cabeza y vómitos, pero además puede dañar el corazón, el hígado, los riñones, el cerebro y el estómago.  Puede provocar pérdida de memoria y algunos tipos de cáncer.  Cuando una mujer embarazada bebe alcohol, éste pasa al feto que se está desarrollando.  Esto deriva con frecuencia en problemas mentales o físicos del niño”. (1)
Ha sido comprobado que el consumo del alcohol durante el embarazo puede borrar millones de neuronas en el cerebro que se está formando. Para que se produzcan daños en el sistema nervioso del bebé, basta con que la futura mamá  ingiera alcohol una sola vez de manera excesiva, principalmente si eso ocurre a partir del sexto mes de embarazo. No hace falta que la futura mamá esté ebria, basta con que la ingesta de alcohol sea de manera prolongada. En esta situación, las células empiezan a suicidarse muriéndose por millones, cosa que afecta al desarrollo de la inteligencia del bebé. El alcohol interrumpe los receptores de glutamato (2) afectando el desarrollo de las neuronas, lo que provoca su autodestrucción. En el caso de las futuras madres, lo mejor es no ingerir alcohol, ni en cantidades mínimas.
En este caso en especial, es muy interesante que las futuras madres se ejerciten en lugar de estar en la cama o en reposo todo el día. El ejercicio físico moderado en la gestación aumenta el flujo sanguíneo de la madre y ayuda a mejorar la circulación fetal más que el reposo, lo que es beneficioso para el feto.
 “Muchos son los beneficios de mantener el ejercicio durante el embarazo: previene el exceso de peso, el dolor, la diabetes  gestacional  y la incontinencia de orina. También aumenta la sensación de bienestar físico y psíquico, disminuye el estrés y estimula la circulación sanguínea. El ejercicio físico y el entrenamiento están perfectamente indicados en el posparto porque ayudan a anticipar  la recuperación de la forma física, facilitando así  la tonificación de la musculatura.
El ejercicio físico moderado y con poco impacto es especialmente beneficioso en el primer trimestre de embarazo, periodo durante el cual las diferentes partes del feto todavía se  están  formando”. (4)

Ante  las vicisitudes de la vida, muchas veces nos resulta difícil mantener el equilibrio; por este motivo es fundamental que, ante cualquier  situación que pueda alterar nuestro mejor comportamiento, no tengamos como primera opción la utilización del alcohol. Es mucho mejor practicar actividad física.




(1).  El blog del Dr. Sergio Simphronio (El alcohol)  

(2).  El glutamato es uno de los 20 aminoácidos que forman parte de las proteínas. Es  crítico en la función celular. Uno de los aminoácidos mas abundantes y activos del organismo. Se considera un aminoácido no esencial, porque se puede sintetizar en muchos tejidos, teniendo un papel fundamental en el mantenimiento y crecimiento celular.

(3)  La homeostasis cerebral es el equilibrio de todos los sistemas químicos del cerebro que afectan al organismo.

(4) El blog del Dr. Sergio Simphronio (El embarazo)




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martes, 16 de abril de 2013

LA ADICCIÓN A LA ACTIVIDAD FÍSICA



Es sabido que practicar ejercicio físico es  fundamental para fomentar una buena calidad de vida. Estando libres de enfermedades importantes que puedan interrumpir los procesos naturales de la vida de un individuo, la actividad física acompañada de una alimentación balanceada son los cauces básicos  para que una persona pueda tener una vida sana  y disfrutar de una vejez saludable; pero no todo lo que brilla es oro.
Desafortunadamente, algunas personas  al empezar un programa de entrenamiento  se animan con los buenos resultados  y entrenan más y más, perdiendo la mesura y el equilibrio entre entrenamiento / alimentación / descanso / trabajo / vida personal / placer  y enfocan su vida al culto al cuerpo. Cuidar el cuerpo no es malo; lo malo es no saber dónde está la equidad, y es en este momento en el que aparece la adicción al entrenamiento. Cuando hablamos de adicción enseguida pensamos en los efectos de las drogas, pero hay algunos tipos de adicción que muchas veces  no  detectamos aun estando delante de nuestros ojos. En el caso de las personas que no son atletas, la adicción al entrenamiento es algo que debemos tener en cuenta. Son muchos  los  cambios bioquímicos que ocurren en el cerebro de las personas que padecen esta clase de adicción y, debido a ellos, podemos apreciar claramente el  descontrol de las mismas en las sesiones de entrenamiento, ya sea dentro de un gimnasio o  en la calle, debido a la excesiva cantidad de tiempo que pasan entrenando, normalmente careciendo de un plan y de la información de los profesionales.
No es lógico que una persona que no se dedique al deporte profesionalmente entrene diariamente  4,  5, o más horas. Este hecho es más habitual de lo que podemos imaginar. Muchas personas van al gimnasio y entrenan pesas durante hora u hora y media y, acto seguido, hacen varias clases de gimnasia seguidas. Si partimos desde el sentido común nos preguntamos: ¿qué necesidad hay de gastar tantas horas dentro de un entrenamiento descontrolado donde existe una clara falta de objetivos?
Con mucho menos tiempo es posible hacer un estupendo entrenamiento.
Normalmente, las personas que no se dedican al deporte y que entrenan de esta forma lo hacen por  desinformación y desconocimiento. El cerebro reconoce el sobreentrenamiento  como algo peligroso y se pone en guardia para que esa mala praxis no afecte la salud del cuerpo.
“En la existencia de sobreentrenamiento, el ejercicio físico cambia el núcleo  de las células. El resultado de ese cambio  puede ser la fatiga y la reducción del rendimiento físico. En el periodo de recuperación la parte más interna de las células recupera  su condición homeostática. Mismo después de esta fase el proceso de regeneración sigue, lo que da lugar a un reequilibrio celular. El entrenamiento siguiente no debería ocurrir hasta que ese reequilibrio acontezca, pero desafortunadamente no siempre  ocurre así.
El riesgo de fatiga crónica  aumenta cuando, en los deportes o en la actividad física, se trabaja con ingentes cantidades de entrenamiento y con intensidades muy importantes. Las cargas del trabajo deben ser aumentadas gradualmente con el tiempo, porque si no hay  respeto al principio de sobrecarga, puede producirse el sobreentrenamiento. Si la sobrecarga es alta y el atleta no pasa por un periodo de  adaptación ni de recuperación, es muy probable que éste se convierta en sobreentrenado. En todo ese proceso uno de los principales problemas es la acumulación de fatiga”. (1) Si esto pasa con atletas, en situaciones como estas, ¿qué  pasará con las personas que no se dedican al deporte?

En estas situaciones  muchas personas se asustan y pasan a utilizar el sentido común buscando la información fidedigna de los entrenadores, y empiezan un programa de entrenamiento controlado y equilibrado; pero hay muchos otros casos en los  que, por no querer dejar de practicar estas actividades de la manera que tanto les gusta, buscan una ayuda equivocada y sucumben a las drogas (estimulantes, anabolizantes, etc.) como una fuente de auxilio, siendo más bien lo contrario. Con respecto a la actividad física, puede haber adicción con o sin la utilización de las drogas; la diferencia es que se producen efectos distintos, pero en ambos casos los efectos serán perjudiciales.
Es importante recordar que la adicción, no importa cual, proporciona muchas perturbaciones cognitivas.  Los sistemas cerebrales, los neurotransmisores, los sistemas de recompensa mesolímbico (principales vías del sistema nervioso central), son cruciales en el desarrollo de las manifestaciones  adictivas.
Los neurotransmisores son las sustancias químicas naturales que se responsabilizan de la actividad cerebral: de las emociones, de la motivación, de los instintos, etc. Son sustancias fundamentales en el orden del estado de  ánimo, pudiendo  provocar euforia o inapetencia. Los estados de excitación extrema, provenientes de conductas de estimulación como practicar  ejercicio físico de manera desmesurada o la utilización de drogas,  afectan a los neurotransmisores de manera que el cerebro pasa a producirlos en exceso. Estos cambios pueden ser nefastos y contribuyen de manera significativa  a un desequilibrio bioquímico.
Las personas adictas al ejercicio físico normalmente acuden a clases donde hay música alta, coreografías excitantes, etc., y eso ocurre debido a una ingente liberación de dopamina, que es un neurotransmisor predominante en las áreas del sistema de recompensa mesolímbico: respuestas de euforia y de la estimulación en el cerebro.
En su entrenamiento, estas personas nunca dejan de trabajar su sistema cardiovascular y son capaces de pasar mucho tiempo dentro de la sala de pesas con el fin de entrenar su musculatura. Esto facilitará una gran liberación de endorfinas, que son neurotransmisores que se producen en las áreas mesolímbicas (una de las vías dopaminenérgicas en el cerebro, principales vías del sistema nervioso central)  y mesocorticales (vía de neuronas que conectan el área ventral tegmental a la corteza cerebral, y principalmente el lóbulo frontal) mediante  las respuestas a los estímulos dolorosos, la regulación de la temperatura, y la ingesta de agua y alimentos. También se implican en las respuestas adictivas el acido gama amino butírico (GABA), la amígdala y el bulbo olfatorio, el telencéfalo ventral y el globo pálido.

En el proceso de la adicción, el cerebro puede dividirse en dos vías neurológicas: el cerebro racional y el cerebro primitivo, lo que en otras palabras se denomina el cerebro dual. En los procesos de adicción, el cerebro dual hace más fácil la comprensión de la actividad neuroquímica en el transcurso  de la adicción. El cerebro racional corresponde a la corteza cerebral que desarrolla las funciones intelectuales. Se encarga del análisis racional. Esta área es afectada por el sistema delusional de la adicción, que es un conjunto de pensamientos adictivos que, junto con el cerebro primitivo, confabulan  para mantener el proceso adictivo (negación de la adicción). El cerebro primitivo controla las zonas mediadoras de las emociones, el estado anímico, la generación del instinto de supervivencia, la regulación corporal, etc. Es el área de las funciones vitales y está directamente implicada en el desenvolvimiento de la adicción, y es donde encontramos los desequilibrios bioquímicos responsables de la coacción, la memoria eufórica y los deseos inconscientes. Allí están las vías de dopaminas, de endorfinas, y el sistema de recompensa cerebral. El sistema de recompensa se encarga de intervenir en las contestaciones de las condicionantes  a los estímulos, produciendo retribuciones  bioquímicas para las repuestas adecuadas. La estimulación excesiva de ese sistema, afecta a las personas inclinadas a la adicción y les  propicia  cambios bioquímicos permanentes de  manera que  se altera su actividad  y la respuesta a los estímulos ambientales. Este es el proceso más importante involucrado en el desarrollo de la adicción. El área ventral tegmental, el núcleo accumbens, la corteza prefrontal, y el hipotálamo lateral, son núcleos cerebrales  y están conectados entre sí por un circuito llamado circuito reforzador límbico-motor, que se relaciona con la motivación (límbico), y locomotor (motor). Estas son las partes del cerebro que forman el sistema de recompensa.
Cualquier clase de adicción es perjudicial y, según el tipo y el grado, puede empeorar. Es importante que sepamos algo de lo que pasa en nuestro cerebro cuando nos referimos a esa enfermedad, ya sea al tabaco, a las drogas, al alcohol, a los anabolizantes, a los estimulantes, al sexo, al juego, a la adrenalina, a la actividad física, o a cualquier otro elemento que nos produzca la adicción. Igual de importante es saber que la adicción tiene tratamiento, siendo fundamental que las personas que se dan cuenta de que algo raro está pasando en su vida, cambien de enfoque y busquen ayuda, pues  la adicción es cosa seria y necesita ser tratada.

 1. El blog del Dr. Sergio Simphronio (El corazón y el sobre entrenamiento)



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martes, 9 de abril de 2013

ESTUDIO DE LOS EFECTOS DEL EJERCICIO FÍSICO EN LA QUÍMICA DEL CEREBRO


Este fue un e-mail de resultados que envié a una amiga profesora de psicología, con la que compartía parte de las conclusiones  de un escueto estudio  que me llenó de esperanza en la búsqueda de nuevas alternativas  en el tratamiento de algunas enfermedades por vía del ejercicio físico. Me ha parecido bastante oportuno compartirlo en esta publicación.
Hace un tiempo atrás,  estudié un caso de bipolaridad. Al tener muy poca información neurológica al respecto, empecé  a documentarme al mismo tiempo que fui asesorado por un compañero neurólogo sobre los cambios de simetría del cerebro de las personas que padecen dicha enfermedad.
El trastorno bipolar, también conocido como  trastorno afectivo bipolar (TAB), es una enfermedad que se refiere al trastorno del estado de ánimo, y se caracteriza por episodios con niveles anormales de energía. Los afectados oscilan entre la alegría y la tristeza de una manera muy señalada. Se manifiesta por un desequilibrio electroquímico en los neurotransmisores cerebrales. 
En las personas diestras, la parte izquierda del cerebro normalmente controla funciones como la velocidad, y el lenguaje, mientras que la derecha se encarga de las emociones. En el caso de las personas zurdas ocurre lo contario, y ese  cambio  se da debido al gen LRRTM1. Es un gen clave a la hora de controlar qué partes del cerebro rigen funciones como el habla o la emoción, así como las probabilidades de ser zurdo o sufrir esquizofrenia o bipolaridad. Al conocer más sobre estas enfermedades, nos hemos dado cuenta de que existían interesantes estudios que habían comprobado que tanto la bipolaridad como la esquizofrenia son enfermedades que tienen los mismos orígenes, que contienen raíces genéticas comunes y que ambas enfermedades comparten un 63% de esa carga genética.     
Tras conseguir  información suficiente que me diera seguridad para desarrollar una línea de investigación, me decidí a utilizar  clases de Funk y Hip Hop para ver si podrían aportar  algún tipo de beneficio en el tratamiento de esta enfermedad. Al tener también  la carrera de Educación Física y habiendo dedicado muchos años de mi vida a impartir clases de estos dos estilos, soy consciente de los posibles cambios químicos que el cerebro puede experimentar con esta clase de actividad debido a la tremenda cantidad de información que es posible proporcionar en un corto espacio de tiempo.

Eran clases con una tremenda riqueza coreográfica, al mismo tiempo que presentaban una gran exigencia de estímulos y de esfuerzo físico. Trabajábamos con  coreografías largas, con varios tiempos de ocho, que eran repetidas una y otra vez. Además, se indicó  a la persona que entrenara esas mismas coreografías en casa para traerlas perfeccionadas para la próxima sesión. Estos “deberes” también servían para hacer que mantuviera la cabeza ocupada y centrada en el afán  de perfeccionar el trabajo coreográfico, al mismo tiempo que conseguían apartarla de los cambios bioquímicos más importantes en su cerebro como, por ejemplo,  la depresión. Con ese trabajo estimulábamos su memoria espacial, visual y auditiva, al tiempo que desarrollábamos  también su inteligencia espacial, musical e interpersonal, y los demás estímulos que se generaban con las otras personas que participaban en la clase.
El trabajo era desarrollado en un gimnasio, lo que permitía que los demás alumnos no se percatasen de que era un estudio. El nivel de exigencia era alto, tanto en la parte de entrenamiento físico, como en la solicitación  psicomotriz. Las músicas eran muy excitantes y el ambiente positivo. Se utilizaban coreografías rápidas, con desplazamientos en todas las direcciones. El objetivo era proporcionarle el máximo de información visual, auditiva, espacial, temporal, etc.   
Se conseguía así incentivar la liberación de una ingente  cantidad de serotonina, endorfinas, oxitocina, noradrenalina, además de estimular muchos  neurotransmisores que contribuían a alterar las respuestas bioquímicas de su cerebro, equilibrando de alguna manera los desequilibrios electroquímicos de esos neurotransmisores.  Hemos hecho un escáner de su cerebro antes de empezar las sesiones, al final del tercer mes, en el sexto y  en el décimo mes. Fue realmente sorprendente presenciar en su mapa encefálico los cambios de estímulos  que experimentó. Lo más representativo de este estudio es que, el psiquiatra responsable del caso clínico  de la persona en cuestión, redujo los fármacos (anti psicóticos) que tomaba en función de la evidente mejora de comportamiento de su enfermedad. Es importante señalar que, en otros momentos, esas mismas cantidades de fármacos no habían sido capaces de bloquear los episodios que la paciente padecía. 
Fue genial constatar que esa persona pudiese seguir con su vida ingiriendo   mínimas dosis del fármaco que durante años utilizó, y que el entrenamiento físico basado en estímulos neuromusculares unido a la música  fuera tan efectivo en un caso como este. Está claro que el estudio prueba solamente que pueden existir otras vías de tratamiento que podrían ser bastante efectivas; pero todo es muy prematuro aún, y la falta de conocimiento sobre los entresijos del cerebro son todavía muy evidentes.
Aunque los resultados del  estudio fueron muy satisfactorios,  es necesario seguir investigando con un mayor número de  personas, con diferentes metabolismos, diferentes edades y sexo. Es importante decir que cada individuo es un mundo totalmente diferente, y que la química del cerebro de cada uno funciona de manera distinta; por ese motivo hemos de ser responsables y no podemos aplicar la misma fórmula a todas las personas. Tampoco debemos pensar que todos los fármacos son malos, todo lo contrario: si son bien aplicados podrán  reportar resultados muy positivos.  

Lo que sí está claro es que  moverse es parte de la idiosincrasia del ser humano, y que cuando nos movemos, alteramos la química de nuestro cerebro de una manera importante debido a la aceleración del flujo sanguíneo que ocurre en todo el cuerpo y principalmente en el encéfalo. Si aplicamos los estímulos correctos en las personas correctas y en el tiempo oportuno, conseguiremos proporcionar los equilibrios bioquímicos que el cerebro necesita en el caso de que dichos desequilibrios existan. Por este motivo, la actividad física específica puede ser mucho más interesante de lo que se imagina. En este caso se han utilizado clases coreografiadas, pero en otros tipos de enfermedades, pueden ser muy efectivas otras clases de entrenamientos. Actualmente, en su gran mayoría, el enfoque que se da al ejercicio físico se dirige a la recuperación y mantenimiento de la forma física, o para ayudar a  prevenir ciertas enfermedades como las cardiacas, el sobrepeso, la obesidad, etc.; pero es importante tener en cuenta que el ejercicio físico ayuda a recuperar la homeostasis,  que es la estabilización del cuerpo relacionada a los procesos fisiológicos y neurofisiológicos, en otras palabras, ayuda a tratar enfermedades. El deporte o la actividad física constituyen una potente herramienta para la mejoría de la salud mental y física, cosa que puede ser muy positivo para nuestra salud, una vez que tenemos el conocimiento  de la existencia de los caminos  que podrían propiciar las vías  para que se materialicen los adecuados cambios químicos  en el cerebro  por medio de los diferentes estímulos  biomecánicos y neurofisiológicos.


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martes, 2 de abril de 2013

EL ENTRENAMIENTO DEL PENSAMIENTO POSITIVO EN EL COMBATE DE LAS ENFERMEDADES (NEUROFISIOLOGIA DEPORTIVA)


Todos sabemos que la práctica deportiva es algo que nos ayuda a tener una mejor calidad de vida, siendo una importante herramienta de medicina cautelar  para la  prevención y  tratamiento de muchas enfermedades. Dentro de estas enfermedades se encuentran la depresión, la ansiedad, el estrés, la obesidad, las cardiopatías, etc. Todas estas enfermedades y muchas otras podrían ser evitadas si mejoramos nuestra actitud frente a la vida.
En este artículo quiero plantear ese tema desde un punto de vista diferente. Es sabido de la ingente cantidad de ayuda que la actividad física puede proporcionar frente a muchos problemas que pueden ser perjudiciales como es el estrés, la ansiedad, o la depresión. También sabemos que estos problemas pueden provenir de la incapacidad de algunos individuos en gestionar sus emociones. Ya sea de una manera o de otra, todo dependerá del cerebro.
Al referirnos a los ejercicios físicos como herramienta para mejorar nuestras capacidades físicas y emocionales, es importante tener en cuenta que ese entrenamiento debe empezar antes de los movimientos destinados a los  calentamientos físicos; es decir, si la mente no está preparada para la práctica del ejercicio físico, el cuerpo no responderá con total exactitud para el mejor rendimiento, además de que se podrá fomentar una que otra lesión.
De otra parte, es importante que incorporemos a nuestra índole el pensamiento positivo, la buena energía, y las ganas de vivir intensamente. Es fundamental recordar que los músculos de nuestro cuerpo también son controlados por nuestro cerebro (lóbulo frontal); por este motivo, una actitud positiva antes de empezar una sesión de ejercicio físico nos proporcionará gran ventaja en el camino del éxito dentro del entrenamiento. Esa positividad se extenderá  a nuestro día a día y, de esa manera, tendremos los medios fundamentales para inhibir algunas clases de enfermedades, como la depresión, la ansiedad, el estrés, y muchas otras.La práctica de actividad física nos proporciona una gran liberación de neurotransmisores que se encargan de inhibir el cortisol (hormona del estrés), además de estimular otros neurotransmisores que nos ayudan a tener tranquilidad, alegría y más ganas de hacer ejercicio y de movernos, pero estos neurotransmisores también pueden ser estimulados en la ausencia de entrenamiento físico,  por vía del pensamiento positivo y de la buena energía. La química del cerebro puede ser alterada por el pensamiento, tanto positivo, como negativo y, cuando eso pasa, experimentaremos las mismas sensaciones que nos son proporcionadas cuando hacemos ejercicio  o cuando estamos enfadados, deprimidos o desanimados.    
Las personas que son negativas normalmente tienen la autoestima baja, se deprimen fácilmente y pasan el día protestando por todo. Estas personas se suelen  quejar de pérdida de memoria, pues la depresión propicia este hecho, además de provocar una pérdida de interés  por las cosas de la vida. Todo ello  desequilibra la química de nuestro cerebro y desestructura nuestra morfología. Afortunadamente, la mayor parte de las personas que practican ejercicio con regularidad son positivas y, en  general, no padecen enfermedades.          
Si queremos que nuestro rendimiento físico mejore, es fundamental que mantengamos un buen equilibrio psicológico,  también dentro de nuestras vidas; y esto engloba tener una buena noche de sueño, despertarse  temprano, tener una alimentación equilibrada, hacer las actividades del día con ganas e interés, desarrollar acciones que nos proporcionen placer, tener y estar con los amigos, aprender a compartir, mejorar la autoestima, aprender a escuchar, no gritar para hablar y, una de las cosas más importantes, nunca olvidarnos de sonreír.  Al tener en cuenta todas estas cosas, nuestra vida cambiará de forma positiva, nuestra salud mejorará y practicar actividad física será bastante más fácil, además de que los resultados vendrán de una forma inminente. 
Para mejorar el rendimiento físico, ya sea dentro de un entrenamiento o no, cuidar del cerebro es fundamental, al igual que a nuestro cuerpo. Los dos deben estar siempre en consonancia y equilibrados. Es importante tener cuidado con las bebidas alcohólicas, las drogas, con la desmesura en la alimentación, con el abuso de las grasas, la falta de agua y de reposición de líquidos (rehidratación), y tener un especial cuidado con todos los tipos de excesos, incluso los de entrenamiento. Normalmente cuando nos referimos a los cuidados, enfocamos  la atención hacia  la prevención de enfermedades conocidas o de las lesiones; pero desde este texto, quiero enfocar esa atención hacia  los cuidados que  debemos tener con nuestro cerebro, pues es el único órgano que no es reemplazable, además de ser “el gran jefe”.
De acuerdo con nuestras actividades diarias y nuestro estilo de vida, nuestro cerebro se adaptará en función de los estímulos que le proporcionemos. Dichos estímulos ayudarán al encéfalo a dibujar las líneas de actuación de nuestro organismo, proporcionándonos o no una mejor calidad de vida; por este motivo, nuestras acciones pueden tener consecuencias importantes, tanto positivas como negativas.
Cuando practicamos actividad física, el cerebro puede facilitarnos mejores resultados en el entrenamiento por vía del pensamiento positivo y de conquista. No es lo mismo empezar una sesión de entrenamiento estando estresado que estando tranquilo. No es lo mismo entrenar con tiempo que estar con los minutos contados. Tampoco es lo mismo empezar a entrenar estando feliz y con pensamiento positivo, que estando enfadado manteniendo una gran negatividad en el cuerpo.
También es cierto que, en algunas sesiones de entrenamiento con pesas, es importante echar la “mala leche” hacia fuera, pero son cosas que hacen parte de un  entrenamiento y que son positivas para ese momento del ejercicio, lo que no quiere decir que la persona en cuestión sea nerviosa o estresada. De otra parte, para que los ejercicios puedan ayudar a las personas en el combate de las enfermedades, es fundamental que sepamos ocuparnos de nuestro cerebro debidamente, de manera que podamos proporcionar a nuestro cuerpo los mejores resultados de los estímulos que otorgamos al encéfalo por medio de los pensamientos y de las acciones de nuestro día.
Mejorar nuestra calidad de vida por medio del ejercicio no es algo que conseguiremos solamente dentro del gimnasio mientras entrenamos, sino que las actitudes del día a día contarán mucho para que podamos tener éxito en esta misión, al mismo tiempo que podamos lograr los mejores resultados en la lucha contra las enfermedades y en la búsqueda de una mejor salud. Este es un hecho que dominaremos más fácilmente ejercitando el control de nuestra mente con buenos  pensamientos y  positividad frente a los hechos de la vida.    






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